2.6.08

Entre la tierra y el cielo...

En la llanura de Tesalia (Grecia), entre el paso de las Termópilas (al sur) y el Monte Olimpo (al norte), a unas cinco horas de viaje de Atenas, a pocos kilómetros al norte del pueblo de Kalambaka, se encuentra uno de los fenómenos naturales mas caprichosos de Europa.

Un "bosque" de gigantescas moles de roca a imagen y semejanza de las estalagmitas de una cueva, se erigen hacia el cielo, verticalmente modeladas por la erosión, algunas de ellas como si por la mano humana hubieran sido talladas (lisas y perpendiculares). Es el Valle de las Meteoras.


Lo mas insólito de este bello paisaje es que en algunas de las cimas de estos bloques de roca existen desde el siglo XIV, monasterios cristianos ortodoxos, al filo mismo de los vertiginosos abismos.


Aquí en el Valle de las Meteoras, hace mas de mil años se instalaron los primeros eremitas (harapientos y ascéticos), en las cuevas que existen en los numerosos acantilados que forman las rocas, en muchas de sus fisuras y salientes, y allí pasaban su vida de oración en soledad. Algunos de los oratorios que han perdurado hasta nuestros días, causan aun el asombro de los mas expertos escaladores que no se explican como entonces sin los adelantos técnicos que ahora se tienen podían desafiar al peligro de los escarpados precipicios.

Pero no fue hasta el siglo XIV, como he dicho antes, que esta zona alcanza su esplendor. Se edifican unos veinticuatro monasterios en las diferentes cumbres, de los que solo quedan seis, el resto están en ruinas y son totalmente inaccesibles. Muchos de ellos fueron destruidos por los alemanes durante la segunda Guerra Mundial, para acabar con la resistencia griega que se refugio en ellos.


Como os podéis imaginar, además de ser un lugar de absoluta tranquilidad que animaba a la vida monacal, fueron un refugio casi perfecto para mantenerse a salvo de todo peligro , sobre todo en la difícil época de dominación turca. Hasta 1923 solo se podía acceder a ellos con unas escaleras plegables , que entrañaban un gran peligro, si no se tenia el suficiente manejo había otra forma, metidos en un cesto de de red, eran izados desde la cumbre por medio de poleas y sogas, el ratito imaginaros debía de ser para una profunda meditación, duraba por lo visto mas de media hora de autentica angustia, mientras el cesto en cuestión se zarandeaba por el viento y el movimiento de las sogas hasta que era pescado con pértigas o garfios para ser izado hasta la cumbre. En la actualidad se sube con mas seguridad, pero no sin esfuerzo, pues hace ya mas de setenta años que se tallaron en la roca de la mayoría de los monasterios, escalones con los que acceder a la cumbre.


La mayoría de los Monasterios que quedan son visitables y contienen grandes reliquias en forma de frescos, orfebrería y pergaminos, todo relacionado con la iglesia ortodoxa, apenas se tiene contacto con los monjes, pues a pesar del molesto turismo, los religiosos intentan respetar su vida entregada a la oración.

Tiene que ser una pasada ver un amanecer desde una de estas cimas, algo para privilegiados......sin vértigo por supuesto.


3 comentarios:

La Narrattrice dijo...

Joder, ¿y cómo se aprovisionan los monjes del monasterio?

Y sobre todo... ¿cómo pudo llevarse a cabo su construcción, en aquellos tiempos? En fin, no sé: subida del material y de los albañiles, de los instrumentos...

Uf, no quiero ni pensarlo.

Anónimo dijo...

me parece que es una pasada, nunca hubiera imaginado algo asi.

Anónimo dijo...

Buenas! te paso un par de blogs que he encontrado por ahí que tienen mucho que ver con este tipo de posts. No sé si los conocerás, pero por si acaso... :p

http://refugioantiaereo.com/

http://matiascallone.blogspot.com/